Para efectos de la defensa personal, analicemos el acto de la agresión. Como es bien conocido en la naturaleza se encuentran presentes el depredador y la presa, una lucha constante por la supervivencia y una manifestación del equilibrio del ecosistema. Psicológicamente hablando, están presentes dos patrones de conducta muy definidos depredador y presa. El hombre en su evolución desde los tiempos primitivos aún conserva dichos patrones manifestándose al momento de la agresión, el agresor y la víctima o agredido.
Estos roles son dinámicos y dependen de diferentes factores pero analicemos la psique del instante del acto.
Un agresor tiene como objetivo el dominio, control o daño de otro individuo, debe asumir una actitud de superioridad utilizando los medios disponibles para ello.
La víctima o agredido es aquella persona que recibe la agresión sin que esto pueda significar que reaccione de forma pasiva o sumisa.
El problema ocurre que en la mayoría de los casos, existe un proceso
- Individuo A, asume rol de agresor
- Intensión de agresión del individuo A al individuo B
- Ante la agresión el individuo B, asume rol de agredido
De esta forma la primera reacción instintiva del agredido es la evasión de la agresión siendo en muchos casos demasiado tarde. Un estallido hormonal, aumento de la frecuencia cardíaca y respiratoria, dilatación de las pupilas junto a un choque de realidades psíquicas (pasar de un estado natural a un estado de alerta). Todo esto ocurre en segundos y es la razón por la cual en ocasiones no podemos reaccionar inmediatamente.
Identificar con antelación una posible agresión y conocer los procesos que ocurren en nuestro cuerpo es fundamental para poder salir airosos de una agresión y para que la técnica sea eficaz.
Jonathan Reyes
Sanjal Uiam España